BLASFEMIA EN LOS JJ.OO 2024: DECLARACION DE LA ACADEMIA DEL PLATA

Academia del Plata

OLIMPISMO WOKE

  • I –

Los Juegos Olímpicos de París 2024 fueron la 33ª edición moderna, desde que el barón Pierre de Frédy, barón de Coubertin, iniciara en el siglo 19 la reedición de los antiguos juegos griegos.

El lema latino de los Juegos – Cituis, Altitus, Fortius (más rápido, más alto, más fuerte) – fue propuesto por Coubertin en 1894 y ha sido oficial desde 1924. El propósito de los Juegos modernos ha sido alcanzar una mejor educación, agregando a la formación clásica la exigencia deportiva como complemento y perfeccionamiento de las virtudes espirituales tradicionales.

La edición 2024 que tuvo a París como anfitriona, se propuso como una ruptura del espíritu que animaba al fundador y un intento de reemplazarlo, entre otras tropelías, por la filosofía “woke”, la perspectiva de género y el nuevo orden o Agenda 2030.

En un inicio se pensaba que en París se presentaría un modelo de juegos convencionales. Pero la elección y sustitución de la mascota de los Juegos por el gorro frigio, incorporó un elemento ideológico y de resonancia revolucionaria indiscutible.

No sorprendió entonces que la ceremonia inaugural se tiñera de un espíritu vulgar y agresivo hacia el cristianismo, que llegó al extremo de montar una parodia de La Ultima Cena, valiéndose de una blasfema réplica en vivo de la famosa pintura mural de Leonardo da Vinci, a cargo de individuos tan obscenos como desagradables, como la que representaba al Señor: una ¿mujer? obesa, lesbiana y militante sionista, cuya presencia no tenía otra justificación que concretar el designio de ofender a los cristianos.

Las reacciones frente a semejante agravio fueron inmediatas y, con diferentes matices, similares. Cabe mencionar las de la Santa Sede, el episcopado francés, otras de varios obispos de diversos lugares del mundo -incluidos uno de la Argentina- y el Cardenal Gerhard Mueller. Este último calificó indignado el acto de inauguración como una “representación sacrílega y vulgar”, con la que se ofendió en primer lugar a Dios, pero también a millones de creyentes.

El odio al cristianismo puesto de manifiesto en la patria de la Revolución Francesa, no fue un hecho casual ni el resultado de un error involuntario. Basta para descartar ambas cosas la aparición dentro de ese contexto de María Antonieta, bañada en sangre y llevando su cabeza decapitada, como símbolo horrendo de un tenebroso período revolucionario que, lejos de traer la libertad, igualdad y fraternidad auguradas, desparramó sus errores y crímenes por todo el mundo hasta nuestros días.

  • II –

Es nuestra convicción que esta nueva fraternidad “woke” presentada al mundo no será exitosa si se basa –como ha hecho en Francia- en el odio religioso. Más aún, este falso olimpismo “woke” debiera suscitar en nuestro país una profunda reflexión.

Invertir ingentes montos de dinero público en un proyecto privado, como es el del Comité Olímpico Argentino (COA), que cuenta con una abundante dirigencia político-deportiva que incluye entre otros a Aníbal Fernández y Gerardo Werthein, carece por completo de sentido y justificación. Veinte de ellos viajaron a París como parte de la delegación oficial, al que se sumó el Secretario de Deportes Daniel Scioli. ¿Tiene sentido acaso financiar el olimpismo “woke” y el culto a la perspectiva de género y a las personas queer? ¿Son el cisgénero, el lesbianismo, el bisexuallismo, el homosexualismo, el transgénero realmente una parte del ideal olímpico?

El Comité Olímpico Argentino nada ha dicho sobre el wokismo olímpico. Y, por otra parte, una valoración objetiva de la estrategia elegida por aquel, demuestra el completo fracaso del modelo seguido por el COA y la profesionalización del deporte argentino.

En estos Juegos la Argentina cosechó tres medallas, ocupando el lugar 52 dentro de 84 posiciones -algunas de las cuales incluyen varios países- y 206 países representados. La delegación argentina incluyó a 136 atletas, además de los veinte dirigentes del COA ya aludidos. El magro resultado es inferior al de varios países más chicos, como por ejemplo Ecuador, Jamaica, Israel, Cuba, Croacia, Eslovenia, etc.

Este pobre resultado se ha venido repitiendo en los Juegos Olímpicos de los últimos años, pese a la prédica constante e interesada del periodismo y los políticos de invertir más fondos públicos en estos atletas, meritorios pero mediocres. Es muy probable entonces que el fracaso continúe y que se vea agravado si se incorporase la ideología woke al deporte.

Si la singularidad argentina ha sido fracasar en el desarrollo económico a pesar de los enormes recursos disponibles, en este olimpismo woke y queer lo prudente sería tomar distancia, porque parece más un capricho francés que una alternativa deportiva viable para nuestro país.  

Se trataría, como suele decirse, de saber tomar el toro por las astas. Porque si no se hiciera, más tarde o más temprano se reclamarán medidas más drásticas.

Buenos Aires, 14 de agosto de 2024.