LA CASTA POLITICA
Javier Milei con justa razón ha denunciado repetidamente a la “casta política” que desde hace décadas se ha enquistado en el poder destruyendo el progreso y la bonanza que disfrutó la Argentina hasta 1945.
A partir de esa fecha el gigantesco, inoperante y corrupto gobierno central ha sido la piedra al cuello que ha mantenido la nación pendiente abajo hacia la degradación.
En este país hemos permitido la puesta en marcha de la perfecta combinación para el desastre: un sistema electoral trucado con listas de candidatos que no representan al pueblo sino a quien los insertó en las listas y que sólo asegura la selección de los peores.
No contentos con permitir que incompetentes y corruptos gobiernen, para completar la fórmula se les da carta blanca, es decir una vez convertidos en gobernantes hacen impunemente lo que quieren.
Se puede afirmar que los argentinos hemos inventado la receta perfecta para el desastre que nos ha llevado al borde del abismo.
Por primera vez en casi 80 años los argentinos en el 2023 finalmente reaccionaron y eligieron un candidato inesperado que plantea medidas opuestas a las que han destruido el país.
Javier Milei ha iniciado su gobierno con buen pie, cancelando cientos de regulaciones y leyes que dificultaban la libre puesta en práctica de iniciativas positivas de los ciudadanos.
Ya se ha encontrado con la esperada oposición de la CGT en el campo laboral que pretende mantener lo que falsamente llaman “sus conquistas” invocando a la justicia para que decida.
No será el único obstáculo que surja porque los ladrones siempre quieren preservar su parcela y el Congreso es tan representativo del pueblo argentino como pueden serlo las coristas del Maipo.
La situación argentina es lo suficientemente grave para declarar, al igual que hizo Bukele, un estado de excepción y cortar por lo sano. Pero también hay otra vía para superar un cuestionable Congreso; someter las decisiones a plebiscito popular.
Nadie podría cuestionar que la opinión del pueblo pesa mucho más que la de unos supuestos representantes.
Recuperar la libertad laboral es importante y el pueblo debe comprender que la situación ideal para todo trabajador es un mercado laboral de demanda y que sólo se puede lograr bajo la libre contratación. El gobierno nunca debe inmiscuirse entre empleado y empleador.
En cuanto a la privatización de empresas en manos de sus empleados tiene bastante similitud con la situación que se encontró Tito al imponer el régimen comunista en Yugoslavia y sovietizar todas las empresas. Tito impulsó una crucial variante en el proceso; nacionalizó las empresas y se las entregó a sus empleados para gestionarlas, pero en todos los casos les dijo que no habría ayuda alguna gubernamental: en caso de quiebra se iban todos a la calle a pedir limosna. El resultado fue que la gran mayoría recurrió a los antiguos dirigentes o contrataron profesionales para bien dirigir las empresas.
Javier Milei está imponiendo medidas que hasta cierto punto han de recuperar la economía, pero no basta para generar confianza en el pueblo argentino y la confianza es imprescindible para una auténtica recuperación.
Esa confianza sólo se puede obtener tomando medidas que aseguren que la casta política nunca retorne a gobernar.
Y tal cosa es posible instaurando una verdadera democracia en la Argentina, comenzando por la eliminación del actual sistema electoral y reemplazarlo por la elección por distritos, cuidando que no haya aportes privados a los candidatos.
No creo que existan muchos candidatos de los actuales que serían electos con tal sistema.
Además, se deben prever medios para que los ciudadanos supervisen, controlen y juzguen la gestión de los gobernantes.
Quienquiera imponga tal cambio en Argentina se convertiría en el verdadero padre de la patria.
LUIS ARTURO MERLO FLORES