LA MENTALIDAD CONSERVADORA SEGUN RICARDO A. PAZ Y RUSSELL KIRK

El conservadorismo como “mentalidad” (compatible con ser doctrinalmente tradicionalista, liberal, socialista o nacionalista) fue bien caracterizado tanto por el argentino Ricardo A. Paz (1924-2005) como por el estadounidense Russell Kirk (1918-1994). La mentalidad conservadora, se opone a la progresista/revolucionaria como a la integrista/reaccionaria.

Ricardo A. Paz sostenía que conservador “es quien reverencia la tradición en cuanto ella encierra las creencias permanentes de la fe y de la cultura heredadas; respeta los valores establecidos y los presume verdaderos mientras no se demuestre lo contrario, a la inversa de la moda del siglo, que hace jugar la presunción en favor de lo nuevo; acata las costumbres y guarda las formas, pues supone que algo expresan, que no en vano han pasado el filtro de los siglos para llegar decantadas a nuestros días, y que sería locura transgredirlas por el vicio de innovar con frenesí de modisto; prefiere la experiencia a las ideas a priori, que se condensan en nubosidades ideológicas donde estallan después las tormentas sociales, y es así práctico sin ser pragmático y razonador sin ser racionalista, porque no gusta de filosofismos adventicios ni de sistemas doctrinarios donde alcanza la natural sabiduría”.

Russell Kirk resumía esta mentalidad en 10 principios:

  1. Los hombres y las naciones están gobernados por leyes morales; y esas leyes tienen su origen en una sabiduría que es más que humana, en la justicia divina.
  2. Tenemos una deuda moral con nuestros ancestros, quienes nos otorgaron la civilización, y una obligación moral con las generaciones que vendrán después de nosotros.
  3. La variedad y la diversidad son las características de una alta civilización. La uniformidad y la absoluta igualdad son la muerte de todo vigor real y de la libertad en la existencia.
  4. Justicia significa que todo hombre y mujer tiene derecho a lo que es propio, esto es, a las cosas que mejor se corresponden a su propia naturaleza, a la recompensa por su habilidad e integridad, a su propiedad y a su personalidad.
  5. La propiedad y la libertad están inseparablemente conectadas; nivelamiento económico no es progreso económico.
  6. El poder está lleno de peligro; por lo tanto el buen estado es aquel en el cual el poder está controlado y equilibrado, restringido por constituciones y costumbres sensatas.
  7. El pasado es una gran reserva de sabiduría. Los conservadores creen que necesitamos guiarnos a nosotros mismos por las tradiciones morales, la experiencia social y el entero y complejo cuerpo de conocimiento legado por nuestros antepasados.
  8. La sociedad moderna necesita urgentemente a la verdadera comunidad, y la verdadera comunidad está a un mundo de distancia del colectivismo. Por medio de las iglesias, las asociaciones de voluntarios, los gobiernos locales y una variedad de instituciones, los conservadores se esfuerzan para mantener a la comunidad sana.
  9. Los hombres y las mujeres no son perfectos, los conservadores lo saben; y tampoco lo son las instituciones políticas. No podemos hacer de la tierra un cielo, aunque sí podemos convertirla en un infierno. Por lo tanto, el conservador sospecha de todos los proyectos utópicos.
  10. Los conservadores están convencidos de que el cambio y la reforma no son idénticos: la innovación moral y política puede ser tanto destructiva como beneficiosa. Todas las instituciones humanas cambian de tiempo en tiempo, puesto que el cambio suave es la manera de conservar la sociedad, igual que es la manera de renovar el cuerpo humano.

Como puede apreciarse, la mentalidad conservadora no es más que una manifestación más explícita y en sede política de la virtud de la prudencia. Puede darse en personas doctrinalmente diferentes: un liberal clásico como Tocqueville, un tradicionalista como Vázquez de Mella, un socialista como Lorenz von Stein y un nacionalista como Carlos Ibarguren. A su vez, está clara la incompatibilidad de esta la mentalidad con liberales como Rousseau y Bentham, tradicionalistas como los Nocedal, socialistas como Marx y Engels, y nacionalistas como Gentile y Rosemberg. Un nacionalismo tradicionalista y católico de mentalidad conservadora debe evitar tanto la desviación progresista como la progresista.