LOS LIMITES DEL VOUCHERISMO

Por Esteban Rojo

A tres meses de la asunción, la furia de la motosierra en ciertos ámbitos parece haber descendido bastante, lo que era de esperar. Sin embargo, para los que nos atraía Milei por sus planteos culturales y educativos más que por los económicos, la bajante en la marea liberadora de las cadenas progresistas es un tema de preocupación. Hay que reconocer que sólo lleva 100 días de gobierno y debemos tener paciencia, aunque todo tiene un límite.

La cuestión de la reforma educativa perdió fuerza ya antes del acceso al poder. No era auspicioso el anuncio de reducir el ministerio a una secretaría. Sonaba antes de las elecciones el nombre de Martín Krause para ese puesto, quien tiene alguna publicación sobre el tema del derecho a enseñar y aprender junto con Alberto Benegas Lynch (h).[1] La designación de Carlos Torrendell no parecía, para algunos, muy entusiasmante desde el punto de vista de una posible reforma, ya que se trata de una persona que ha formado parte del sistema desde siempre, y sus declaraciones sobre cambios en la interpretación de las leyes y no cambios de fondo así lo confirmaban[2], más allá de que sea un buen cristiano.

Una cuestión importante sería comprender por qué la motosierra perdió potencia y filo en materia educativa (no desde la Secretaría de Educación stricto sensu sino de la mesa chica que rodea a Milei). Creo que caben por lo menos las siguientes tres hipótesis:

  1. Realismo puro: el equipo de gobierno descubrió que el sistema educativo es un sistema federal y que carece del músculo político necesario para hacer las reformas prometidas, por lo que decidió no pelear una batalla en la que considera que va a perder. La cuestión quedaría sujeta a un fortalecimiento político luego de las elecciones de medio término en el congreso o para dentro de cuatro años si La Libertad Avanza logra la reelección y hacer pie en varias provincias, además de fortalecerse en el congreso.
  2. Realismo más cinismo:  el equipo de gobierno está más interesado en las reformas económicas que en las educativas y, teniendo en cuenta lo planteado en el punto 1, está dispuesto a usar la educación como carta de negociación a cambio del apoyo en algunas cuestiones de reforma económica. A esto habría que sumarle la presión internacional en favor del progresismo educativo y cultural. En este caso, los cambios profundos en educación nunca se verán y nada irá más allá de algunos retoques epidérmicos
  3. Cinismo puro: el equipo de gobierno nunca tuvo intención de hacer cambios en el sistema educativo y usó el tema como un caballito de batalla para captar un sector del electorado más conservador y cristiano que quería cambios como la eliminación de la Educación Sexual Integral obligatoria. Nada cambiará, más allá del nombre del ahora secretario que, en este caso, puede conformar por un tiempo a los votantes con ese paladar.

En síntesis, aunque el triunfo de Milei traía una promesa de cambio en materia educativa, parece que por ahora deberemos esperar con que tal promesa se cumpla como mínimo en el mediano plazo, y tal vez nunca. Además, la fuerte identificación con Julio Argentino Roca y la generación del 80 de la que Milei hace gala muchas veces, me hace pensar que es más probable que no haya cambios relevantes, ya que fue desde el final de la Organización Nacional y durante ese período que se realizó la instalación de la educación pública primaria obligatoria como camino para lograr la alfabetización masiva y, al mismo tiempo, un mecanismo de control social.

A pesar de todo, me decido a ser algo optimista y, seguramente, bastante ingenuo, y me quedo con la primera opción. Ésta tiene una ventaja: abre una ventana de entre dos y cuatro años para conocer, reflexionar, planificar y establecer las relaciones que permitan llevar a cabo la reforma educativa que el país necesita. En lo que queda de este artículo nos dedicaremos a analizar la propuesta más publicitada y más criticada durante el período preelectoral: los “vouchers”.

La lógica de los “vouchers”

En los próximos párrafos trataremos de describir el pensamiento que justificaría la creación de “vouchers” educativos. Cualquier promotor de esta idea que encuentre fallas en la exposición podrá escribirlas en los comentarios.

Reducir el gasto público en educación es mala prensa, y hasta un liberal lo sabe. No se trata solamente del conflicto con los gremios ni con los otros partidos políticos, sino que la sociedad entera lo rechazaría. Todos los argentinos -o casi todos- aprueban que una parte de sus impuestos se redirijan a la buena educación de los niños y jóvenes. Pero la realidad nos muestra que por más que se aumente el porcentaje del PBI que se gasta en educación y se aumenten los días de clase -ambas cosas se hicieron en los últimos veinte años-, los resultados son magros y las pruebas PISA nos dan un cachetazo cada vez que se publican los resultados.[3]

El problema no estaría en la cantidad de recursos sino en cómo se alocan. El sistema actual no premia a los buenos docentes ni a las buenas escuelas, ni castiga a los malos docentes ni a las malas escuelas. No hay incentivos para mejorar. Es un sistema que promueve la mediocridad. Por lo tanto, es necesario generar un sistema que incentive la búsqueda de las mejores formas de enseñar, y para ello haremos que las escuelas compitan por calidad.

Aquí es donde aparecen los vouchers. Como el Estado no es omnisciente y no puede conocer lo que los consumidores quieren, en vez de financiar la oferta (las escuelas y los docentes), financiaremos la demanda (las familias). Las familias podrán elegir la mejor escuela para sus hijos, y a esa escuela mejor, y a esos docentes mejores, irán a parar los recursos como premio a su mejor labor. Esto deberá generar en las demás escuelas, en sus directivos y docentes, el impulso para mejorar y conseguir captar una parte del mercado. Se iniciaría así, por vía de la competencia, un proceso virtuoso, sin que se pueda decir que el gobierno ha eliminado la educación pública.

Por otra parte, este proyecto necesitaría que se hagan públicos y estén al alcance de todos los resultados por escuela de las pruebas PISA y/o de otra evaluación que abarque el universo de escuelas, para que los consumidores puedan tomar una decisión informada.[4] También sería necesario un cambio en el mecanismo de retribución de los docentes que actualmente no depende de los resultados sino de su antigüedad en la tarea (experiencia). Ambos cambios, pienso que el segundo particularmente, serían fuertemente resistidos por una parte importante de los educadores.

Los límites.

 Creo que podemos encontrar por lo menos cinco clases de límites al proyecto de los “vouchers” educativos: límites teóricos, consuetudinarios, constitucionales, geográficos y espaciales.

  1. Límites teóricos: Si el estado no puede saber qué quieren los consumidores, entonces no puede saber qué brindar a dichos consumidores. Es decir, no sabe si lo que realmente quieren los consumidores es mandar a sus hijos a la escuela con mejor nivel académico. Las razones por las que las familias eligen una escuela son muy variadas: desde las más pragmáticas, como la cercanía al hogar o el doble turno cuando los dos padres trabajan todo el día, pasando por cuestiones ideológicas y religiosas, hasta las más intangibles como la “buena onda” que tienen los profesores con los chicos. Algunos eligen por la orientación profesional que brinda la escuela, y otros porque van los amigos de sus hijos; inclusive algunos buscan una escuela que permita que sus hijos establezcan relaciones con los hijos de familias encumbradas. Estas son sólo algunas de las variadas motivaciones que escuché en mis aguerridos años de director de escuela secundaria.  Conozco varias escuelas pujantes que hacen alarde de preocuparse menos por la formación académica que por otros aspectos (deportivos, tecnológicos, sociales, de “inclusión”, etc.), y sin embargo los padres pagan una sustanciosa cuota por la asistencia/permanencia de sus hijos en tales centros educativos.  Otra cuestión que señala que el resultado académico no es necesariamente lo que más importa a las familias es que no hay grandes asociaciones de padres que lo reclamen, ni en las escuelas en particular ni en las jurisdicciones escolares, más allá de algunos fuegos artificiales que se produjeron cuando la cuarentena expuso las debilidades del sistema educativo en las casas. Y no hay que olvidar que muchísimas personas piensan que el sistema educativo es un desastre, pero la escuela a la que van sus hijos es buena.[5] Es decir que nada asegura que el sistema de “vouchers” genere una competencia por alcanzar el mejor nivel académico.
  2. Límites consuetudinarios: Las sociedades, como los hombres, tienen sus costumbres que no son fáciles de cambiar y los cambios que explicamos en el apartado anterior chocan con cuestiones que están muy afianzadas. Por de pronto, los padres de todo el país se verían obligados a informarse más seriamente sobre el resultado académico de las diferentes escuelas y a competir con otras familias por los asientos en las mejores. ¿Estarían dispuestos a hacerlo? Los educadores están acostumbrados a cobrar un sueldo que es pactado entre el gremio y la jurisdicción, con aumentos paulatinos en la medida en que pasan los años, para jubilarse razonablemente a una edad no demasiado avanzada. Si tienen un pasable manejo de grupo y no cometen graves errores, pueden mantener las mismas cátedras a lo largo de muchos años, y no a muchos les interesa ascender a la vicedirección o la dirección. Ahora tendrían que pasar a innovar y competir para conservar sus puestos de trabajo y por un sueldo que dependería de los resultados. ¿Estarían dispuestos a hacerlo? Los directivos sumarían una nueva presión a las muchas que ya tienen por estar en un puesto que debe atender a muchas personas, a veces con un alto grado de conflictividad. ¿Tendrían la fortaleza para llevarlo a cabo? Todo el sistema educativo, incluso la porción correspondiente a gestión privada, está acostumbrado a ser dirigido por el Estado. ¿Sería capaz de transformarse en un ámbito de gran libertad y dinamismo?[6] En el país existen escuelas de gestión estatal y de gestión privada. Entre las de gestión privada hay muchas que reciben un aporte del Estado y cobran cuotas limitadas por bandas arancelarias según cual sea la proporción del subsidio. Esto permita a muchas familias de menos recursos acudir a escuelas privadas que suelen tener orientación religiosa. ¿Qué sucedería con estas instituciones y sus derechos adquiridos hace ya muchos años?
  3. Límites constitucionales: En realidad no se trata estrictamente de un límite, pero seguramente sería una dificultad. La Constitución Nacional reconoce con rango constitucional una serie de pactos internacionales, y en varios de ellos la República Argentina se comprometió a brindar educación primaria y secundaria gratuita. Estos incluyen la carta de la Organización de los Estados Americanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.[7] El gobierno puede alegar que la Educación continúa siendo gratuita para los padres, pero en realidad la cuestión entraría en una situación gris, y pienso que la oposición podría explotarla para trabar judicialmente la reforma.
  4. Límites geográficos: Aquí hay dos cuestiones, pero ambas tienen que ver con la distancia y el tiempo de traslado. En nivel inicial y primaria, la mayoría de las familias elige una escuela que se encuentre a una distancia razonable del hogar porque los niños pequeños no se trasladan por sus propios medios. En grandes ciudades como Buenos Aires, hay muchas escuelas, aunque a veces los tiempos de traslado de un lugar a otro en la ciudad hagan inviable la posibilidad de optar por la escuela “con mejor nivel académico”. Esto cambia un poco para la secundaria por la mayor independencia de los alumnos, pero de todos modos no son tantos los que están dispuestos a viajar más de una hora de ida y una hora de regreso para ir a una determinada escuela. La segunda cuestión es la que tiene que ver con las ciudades intermedias, pequeñas y pueblos y en las zonas rurales, donde la oferta educativa se reduce sensiblemente. Allí no hay tantas posibilidades de elegir, si es que hay alguna, por lo que probablemente la reforma no tendría el efecto deseado.
  5. Límites espaciales: Es una realidad ineludible que en una escuela entra una determinada cantidad de alumnos, que la materia es impenetrable y que el espacio no es elástico, por lo que hay un límite. Si todas las familias eligieran la escuela por la cuestión académica, muchos no podrían asistir a la escuela que desean, ya que no entrarían. Tal vez algunas podrían ampliarse, para lo cual sería necesario hacer inversiones. Esto se traduciría en un doble aumento del gasto público: dinero para construir aulas y el costo de oportunidad de los espacios vacíos en las escuelas que pierden alumnos.

En conclusión.

La propuesta de los “vouchers” educativos se puso sobre la mesa durante la campaña electoral y luego perdió vigencia mediática. Desde la asunción no se escuchan anuncios del gobierno en relación con ella, por lo que puede suponerse que ha sido retirada de la mesa definitivamente. Creo que había buenas razones para hacerlo. Por ahora, proyecto de “vouchers” educativos requiescat in pace.


[1] Benegas Lynch (h), Alberto y Krause, Martín; “El derecho de enseñar y aprender”, Proyectos para una sociedad abierta, informe n°8, documento en PDF sin fecha ni editorial que obra en mi poder.

[2] Ver https://www.infobae.com/politica/2023/11/30/quien-es-carlos-torrendell-el-designado-secretario-de-educacion-de-javier-milei/ y https://www.lanacion.com.ar/sociedad/carlos-torrendell-el-gran-defensor-de-la-educacion-privada-que-esta-en-contra-del-sistema-de-nid11122023/

[3] Ver: https://www.infobae.com/educacion/2023/12/05/prueba-pisa-argentina-mantiene-bajos-resultados-en-medio-de-una-caida-global-de-aprendizajes/ y https://www.lanacion.com.ar/sociedad/pruebas-pisa-aun-casi-el-73-de-los-estudiantes-secundarios-no-alcanzan-un-nivel-minimo-en-matematica-nid05122023/ . El informe nacional puede verse aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/argentina_en_pisa_digital_2022_vf.pdf Los resultados de matemática se presentan en la página 56 y los de lectura en la página 97.

[4] https://www.infobae.com/educacion/2023/12/27/examen-final-en-secundaria-y-universidad-arancelada-para-extranjeros-no-residentes-los-cambios-de-la-ley-omnibus-en-educacion/

[5] https://www.lanacion.com.ar/sociedad/el-84-de-los-padres-argentinos-cree-que-la-educacion-de-sus-hijos-es-buena-o-muy-buena-nid2115468/ La encuesta es de 2018, pero dudo mucho que los resultados varíen demasiado si se reitera en 2024.

[6] Sobre este punto ver mi artículo: https://ndargentina.com/atlas-y-los-planes-de-estudio/

[7] El tema fue estudiado en profundidad por el Dr. José Luis Cantini. Puede consultarse en Cantini, José Luis; “Educación y derechos humanos en el Derecho Internacional Público”, en IIE, revista del Instituto de Investigaciones Educativas, n.º 67/68, Buenos Aires, octubre de 1989.